lunes, 26 de septiembre de 2011

Normalmente, cuando se que va a llegar uno de esos momentos en que nuestros ojos se volverán a cruzar, me preparo a conciencia para que no te des cuenta de que después de tantos meses, sigo sin poder controlar los latidos de mi corazón cuando me sonríes así. Por un momento parece que nada haya pasado, que ni los años ni los golpes de la vida hayan pasado por nosotros, y volvamos a ser lo fuimos. Que a pesar de las adversidades, se quisieron como nadie. Pero aun así, tu no te conformas con eso, y vienes y me atraes hacia ti y me abrazas, como si fuera la última vez que nos fuéramos a ver, y por un momento pienso que mi corazón se va salir del pecho, tu lo notas, y sonríes, y no sabes muy bien por qué lo haces pero me abrazas más fuerte, y yo solamente cierro los ojos. Empiezan a aparecer recuerdos en mi memoria, aparecen las miradas que cruzábamos día si y día también, aparecen los nervios, las mariposas, los recuerdos de aquella noche, y la frase, la maldita frase que acabo con el cuento de hadas, y aquella otra que me hizo creer que quizás no todas las segundas partes eran malas.

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